Volver al índice de exámenes Pruebas de acceso a facultades, escuelas técnicas superiores y colegios universitarios

Comunidad: Comunidad Valenciana
Convocatoria: Junio de 1998
Modalidad: LOGSE - Humanidades y Ciencias Sociales
Ejercicio: 2º Ejercicio
Asignatura: Historia de la Filosofía
Obligatoriedad: Obligatoria en la Opción de Humanidades y opcional en otras
Duración: 90 minutos
Baremo: El alumno/a comentará, dentro de la opción que elija, el texto del autor que ha trabajado en clase. Cuestiones: 1ª hasta 2,5 puntos; 2ª hasta 2,5 puntos; Redacción hasta 5 puntos.

Opción primera

I. Texto

- Ahora bien, toda la logística y aritmética tienen por objeto el número.

- En efecto.

- Y así resultan aptas para conducir a la verdad.

- Sí, extraordinariamente aptas.

- Entonces parece que son de las enseñanzas que buscamos. En efecto, el conocimiento de estas cosas le es indispensable al guerrero a causa de la táctica, y al filósofo por la necesidad de tocar la esencia emergiendo del mar de la generación, sin lo cual no llegará jamás a ser un calculador.

- Así es -dijo.

- Ahora bien, se da el caso de que nuestro guardián es guerrero y filósofo.

- ¿Cómo no?

- Entonces, ¡oh Glaucón!, convendría implantar por ley esta enseñanza e intentar persuadir a quienes vayan a participar en las más altas funciones de la ciudad para que se acerquen a la logística y se apliquen a ella no de una manera superficial, sino hasta que lleguen a contemplar la naturaleza de los números con la sola ayuda de la inteligencia, y no ejercitándola con miras a las ventas o compras, como los comerciantes y mercachifles, sino a la guerra y a la mayor facilidad con que el alma misma pueda volverse de la generación a la verdad y la esencia.

- Muy bien dicho -contestó.

- Y he aquí -dije yo-, al haberse hablado ahora de la ciencia relativa a los números, observo también cuán sutil es ésta y cuán beneficiosa en muchos aspectos para nosotros con relación a lo que perseguimos; es siempre que uno la practique con miras al conocimiento, no al trapicheo.

- ¿Por qué? -dijo.

- Por lo que ahora decíamos: porque eleva el alma muy arriba y la obliga a discurrir sobre los números dotados de cuerpos visibles o palpables. Ya sabes, creo yo, que quienes entienden de estas cosas se ríen del que, en una discusión intenta dividir la unidad en sí, y no lo admiten; antes bien, si tú la divides, ellos la multiplican, porque temen que vaya a aparecer la unidad no como unidad, sino como reunión de varias partes.

- Gran verdad -asintió- la que dices.

- ¿Qué crees, pues, oh Glaucón? Si alguien les preguntara: "¡Oh hombres singulares! ¿Qué números son esos sobre que discurrís, en los que las unidades son tales como vosotros las suponéis, es decir, son iguales todas ellas entre sí, no difieren en lo más mínimo las unas a las otras y no contienen en sí ninguna parte?" ¿Qué crees que responderían?

- Yo creo que dirían que hablan de cosas en las cuales no cabe más que pensar, sin que sea posible manejarlas de ningún otro modo.

- ¿Ves, pues, oh mi querido amigo -dije yo-, cómo este conocimiento parece sernos realmente necesario, puesto que resulta que obliga al alma a usar de la inteligencia para alcanzar la verdad en sí?

Platón. La República.

I. Cuestiones

  1. ¿Por qué es importante "contemplar la naturaleza de los números con la sola ayuda de la inteligencia"?
  2. ¿Qué tiene que ver el conocimiento de los números con el funcionamiento de la ciudad?

I. Redacción

Matemáticas y verdad en Platón.

II. Texto

Pero es difícil encontrar desde joven la dirección recta para la virtud si no se ha educado uno bajo tales leyes, porque la vida templada y firme no es agradable al vulgo, y menos a los jóvenes. Por esa razón es preciso que la educación y las costumbres estén reguladas por leyes, y así no serán penosas, habiéndose hecho habituales. Y no basta seguramente haber tenido la educación y vigilancia adecuadas en la juventud, sino que es preciso en la madurez practicar lo que antes se aprendió, y acostumbrarte a ello, y también para eso necesitamos leyes y, en general, para toda la vida, porque la mayor parte de los hombres obedecen más bien a la necesidad que a la razón, y a los castigos que a la bondad. Por eso piensan algunos que los legisladores deben invitar y exhortar a la práctica de la virtud por amor del bien en la seguridad de que atenderán sus exhortaciones los que están adelantados en la formación de buenos hábitos; imponer castigos y correcciones a los desobedientes y sin disposición natural para el bien; y desterrar a los incurablemente miserables; pues el bueno y el que tiende en su vida a lo que es noble obedecerá a la razón, y el hombre vil que sólo aspira al placer debe ser castigado con el dolor, como un animal de yugo. Por eso dicen también que los dolores que se les inflijan han de ser tales que se opongan lo más posible a los placeres que ellos aman.

Pues bien, si, como se ha dicho, el que ha de ser hombre bueno debe ser bien educado y acostumbrado, y después vivir de este modo, entregado a buenas ocupaciones, y no hacer ni contra su voluntad ni voluntariamente lo que es malo, todo esto no será posible más que para los que vivan conforme a cierta inteligencia y orden recto que disponga de fuerza; ahora bien, las órdenes del padre no tienen fuerza ni obligatoriedad, ni en general las del hombre aislado, a menos que sea rey o algo semejante; en cambio la ley tiene fuerza obligatoria, y es la expresión de cierta prudencia e inteligencia. Además, los hombres suelen odiar a aquellos otros hombres que se oponen a sus impulsos, aun cuando lo hagan rectamente, mientras que la ley no se atrae resentimientos al hacer el bien.

Aristóteles. Ética a Nicómaco

II. Cuestiones

  1. ¿Por qué se necesitan las leyes, según el texto?
  2. ¿Cómo se producirán "buenos hábitos"?

II. Redacción

Virtud, educación y costumbre en Aristóteles.


Opción segunda

I. Texto

¡Justo, pues, lo contrario de lo que ocurre en el noble, quien concibe el concepto fundamental "bueno" de un modo previo y espontáneo, es decir, lo concibe a base de sí mismo, y sólo a partir de él se forma una idea de "malo"! Este "malo" (schlecht) de origen noble, y aquel "malvado" (böse), salido de la cuba cervecera del odio insaciado -el primero, una creación posterior, algo marginal, un color complementario, el segundo, en cambio, el original, el comienzo, la auténtica acción en la concepción de una moral de esclavos-, ¡cuán diferentes son estas dos palabras. "malo" (schlecht) y "malvado" (böse), que aparentemente se contraponen a un mismo concepto "bueno" (gut)! Mas no se trata del mismo concepto "bueno": pregúntese, antes bien, quién, es propiamente "malvado" en el sentido de la moral del resentimiento. Contestado con todo rigor: precisamente el "bueno" de la otra moral, precisamente el noble, el poderoso, el dominador, sólo que cambiado de color, interpretado y visto del revés por el ojo venenoso del resentimiento. Hay aquí una cosa que nosotros no queremos negar en modo alguno: quien a aquellos "buenos" los ha conocido tan sólo como enemigos, no ha conocido tampoco más que enemigos malvados, y aquellos mismos hombres que eran mantenidos tan rigurosamente a raya por la costumbre, el respeto, los usos, el agradecimiento y todavía más por la recíproca vigilancia, por la emulación inter pares (entre iguales), aquellos mismos hombres que, por otro lado, en su comportamiento recíproco mostraban tanta inventiva en punto a atenciones, dominio de sí, delicadeza, fidelidad, orgullo y amistad, -no son hacia fuera, es decir, allí donde comienza lo extranjero, la tierra extraña, mucho mejores que animales de rapiña dejados sueltos. Allí disfrutan la libertad de toda constricción social, en la selva se desquitan de la tensión ocasionada por una prolongada reclusión y encierro en la paz de la comunidad, allí retornan a la inocencia propia de la conciencia de los animales rapaces, cual monstruos que retozan, los cuales dejan acaso tras sí una serie abominable de asesinatos, incendios, violaciones y torturas con igual petulancia y con igual tranquilidad de espíritu que si lo único hecho poe ellos fuera una travesura estudiantil, convencidos de que de nuevo tendrán los poetas, por mucho tiempo, algo que cantar y que ensalzar.

F. Nietzsche. Genealogía de la moral

I. Cuestiones

  1. ¿Qué importancia tiene, en la filosofía de Nietzsche, la diferencia entre bueno-malo y bueno-malvado?
  2. ¿Qué cambios produce la moral del resentimiento?

I. Redacción

Amo-esclavo en la transvaloración de la moral según Nietzsche.

II. Texto

Una autocomprensión positivista de las ciencias nomológicas da más bien lugar a que la acción ilustrada quede sustituida por la técnica. La autocomprensión positivista gobierna la utilización de las informaciones que las ciencias experimentales nos suministran, bajo un punto de vista completamente ilusorio, a saber, que la dominación práctica de la historia podría reducirse al control técnico de procesos científica y técnicamente objetivados. No menos consecuencias tiene la autocomprensión objetivista de las ciencias hermenéuticas. Esa autocomprensión conduce a una esterilización del saber histórico, a sustraer ese saber a la apropiación reflexiva y viva por parte de los agentes de las tradiciones que siguen operando sobre ellos y, finalmente, a encerrar la historia en un museo. Conducidos ambos tipos de ciencia por la actitud objetivista de una teoría que no tendría otra función ni otro supuesto que los de ser copia de los hechos, las ciencias nomológicas y las ciencias hermenéuticas se complementan mutuamente en lo tocante a sus consecuencias prácticas. Mientras que la autocomprensión objetivista de las ciencias hermenéuticas convierte el conjunto de tradiciones de las que vivimos en algo sin compromiso, las ciencias nomológicas, operando sobre un fundamento al que se ha mondado de toda historia, reducen la práctica de la vida exclusivamente al ámbito de funciones de la acción instrumental. La dimensión en que los sujetos agentes podrían entenderse racionalmente acerca de metas y objetivos, queda así entregada a las tinieblas de una simple decisión entre sistemas cosificados de valores y entre convicciones últimas no transidas ni clarificadas ya por la reflexión. Y si de esta dimensión abandonada por todas las buenas cabezas vuelve a apoderarse después una reflexión, una reflexión que, al igual que la filosofía antigua, se conduce respecto de la historia en términos objetivistas, el resultado no puede ser otro que el de un triunfo del objetivismo en el más alto nivel. Es lo que ocurre cuando la crítica niega acríticamente, en favor de la pura teoría, su propia conexión con el interés cognoscitivo emancipatorio.

J. Habermas. Conocimiento e Interés

II. Cuestiones

  1. ¿A qué se refiere el autor cuando afirma que "la acción ilustrada quede sustituida por la técnica"?
  2. ¿Cuáles son las consecuencias del objetivismo y el positivismo?

II. Redacción

Crítica, ciencias e interés emancipatorio en Habermas.

Última modificación de esta página: 3 de junio de 2003